La mística es una experiencia espiritual profunda que implica una conexión directa y personal con lo divino o lo trascendental. Esta experiencia puede incluir un sentimiento de unidad con el universo, una percepción intensa de la presencia de Dios, o un estado de éxtasis espiritual. La mística se encuentra en diversas tradiciones religiosas y espirituales alrededor del mundo, incluyendo el cristianismo, el islam (especialmente en el sufismo), el hinduismo, el budismo y el judaísmo (en la cábala).

El misticismo es común en los sistemas religiosos pero no solo se restringe a ellos, existe también mística pagana, por ejemplo. La mística busca cerrar la brecha que separa al ser humano de lo divino con el objetivo de unificarlos y superar la enajenación provocada por una realidad percibida como injusta. Comparando con la Doctrina Cristiana, su finalidad estaría relacionada con traer el Reino de los Cielos a la Tierra.

Los místicos a menudo describen sus experiencias como indescriptibles y fuera del alcance de las palabras. Estas experiencias pueden surgir a través de prácticas como la meditación, la oración, el ayuno, el ascetismo, o el estudio intenso de textos sagrados. La mística puede llevar a una transformación profunda en la vida de la persona, influenciando su percepción del mundo y su comportamiento diario.

Además de la experiencia personal, en algunos ámbitos del conocimiento humano, la mística puede entenderse también como la conjunción del conocimiento científico y la experiencia asociada a éste. Áreas como la literatura y la teología exploran y explican estas experiencias, así como las comunidades y tradiciones que se forman alrededor de estas prácticas espirituales.

Vivir una experiencia mística permite al ser humano adquirir una nueva perspectiva acerca de la vida y lo tedioso de las actividades cotidianas. En un sentido práctico nos hace comprender que nuestra existencia tiene un propósito superior, y sólo entendiendo esa verdad, accederemos al favor o auspicio del universo.