En el transito de la existencia humana, uno se autoexperimenta como un ser que siente, escucha, piensa, habla, actúa; se dedica a actividades que establecen una relación con el entorno que lo rodea, y de ésta manera se va creando la vida del ser humano en este planeta.

Cuando en nuestra existencia, el ego opera en niveles conductuales así como en la personalidad, esto se compara con usar lentes de sol en una noche oscura; se hace difícil despertar esa conexión con nuestra naturaleza espiritual.

A lo largo de la vida experimentaremos la Iluminación, como la toma de consciencia de distintos aspectos o dimensiones que son relativos a nuestra propia vida. Podremos experimentar esa Luz al diluir el ego y permitir esa fusión de nuestro Ser con el Universo, con lo Divino.

Las emociones participan en el proceso de Iluminación a niveles que muchas veces son incontrolables, es un estado de éxtasis, que se experimenta en todas nuestras dimensiones existenciales; esta experiencia es muchas veces ‘dolorosa’ para la mente racional (yo psicológico). Muchas veces, también se experimenta una reacción por parte de nuestro entorno cercano, ésta contrasta con la realidad que estamos experimentando, esta reacción natural es producto de nuestro proceso de autorealización.

El éxtasis que experimenta el alma es tal, que despierta en el ser humano esa sed natural de la ‘búsqueda espiritual’, la semilla está dentro de uno mismo. Durante el curso de la existencia, viviremos momentos específicos donde tomaremos consciencia de que la espiritualidad no es algo ajeno a uno mismo, o que debe usarse algún método específico para despertar esta conexión.

Lo cierto es que esta capacidad de despertar la consciencia y conectarse a lo espiritual, nos asegura una experiencia de vida agradable en este planeta, nos enseña a vivir en dicha.